La Trilogía Marciana de Kim Stanely Robinson es un conjunto de tres novelas que narran una hipotética historia futura de la colonización de Marte por parte del ser humano. Lejos de ser una obra fantástica con hombrecillos verdes y esa clase de cosas, es un ejemplo de ciencia ficción dura, es decir, que la parte de ciencia tiene mucho más peso que la parte de ficción.
En la primera parte, Marte rojo, se cuenta el viaje a Marte de una nave, el Ares, con 100 tripulantes a bordo. Estos Primeros Cien, como se los llama en adelante, son el eje de la historia, que es contada a lo largo de varios siglos por algunos de ellos, los más importantes. Ellos son la primera expedición que llega para quedarse. Las primeras décadas de la historia, desde 2026, muestran a la vez tanto las inquietudes de estos personajes sobre política y espiritualidad, como la construcción del primer asentamiento, y la exploración, por fin a ras de tierra, del árido y hostil mundo rojo. La belleza que algunos encuentran en este paisaje constrastará y chocará, a veces violentamente, con las ansias de otros por convertir el planeta en un lugar habitable, terraformándolo. Así, además de todas las disputas sobre qué tipo de sociedad debería instaurarse en un nuevo planeta, surge en gran debate entre rojos y verdes. El planeta empieza a sufrir una fuerte inmigración, que precipitará los acontecimientos de manera catastrófica.
En la segunda parte, Marte Verde, las cosas vuelven a la calma y la inmigración continúa. Aquellos de los Primeros Cien que aún viven son testigos de cómo los tratamientos antienvejecimiento efectivamente les han hecho sobrepasar el siglo de edad inician sus contactos con algunas facciones de la Tierra en busca de alianzas para estabilizar la situación de Marte y evitar más problemas a largo plazo. La terraformación llevada a cabo ya amerita el nombre de Marte Verde de sobra. En esta época entra en acción una nueva generación de marcianos, descendientes de los Primeros Cien, algunos de los cuales se convertirán en auténticos símbolos de la forma de ser del planeta.
En la tercera parte, Marte Azul, el planeta cuenta ya con un vasto océano en lo que hoy se conoce como Vastitas Borealis, y los reductos donde se pude apreciar la belleza original del planeta se cuentan con la mano. La Tierra ha sufrido grandes cambios de manera rápida, y se ve obligada a pedir ayuda a Marte. Los Primeros Cien se acercan ya a los dos siglos de edad y el tratamiento gerontológico empieza a dar muestras de no servir eternamente.
Junto a la compleja historia que se teje con los veinte personajes que van contando los sucesos, están las personalidades de todos ellos, exploradas en profundidad por el autor, que muestra cómo van cambiando sutilmente con los años. Además, los diversos adelantos que van brotando por todo Marte, aprovechando la menor gravedad, van desde cúpulas gigantes hechas con una fina capa de plástico, hasta un gigantesco cable que actúa de ascensor espacial. Y aunque lo parezca, no es algo tan impensable.
No puedo hablar con neutralidad sobre esta trilogía, y aún sólo dando a entrever algo de su encanto, de verdad la recomiendo a todos aquellos que gusten de la ciencia ficción y de la ciencia, y a los que, como yo, confiamos en poder ver en unas pocas décadas, al menos los primeros pasos que narra Robinson.
domingo, 25 de mayo de 2008
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