FMA fue el primer manga que empecé a leer en serio, curiosamente a raíz de haberme visto el primer anime. Ni que decir, y el que me conoce lo sabe, que en mi opinión el anime es muy inferior al manga en el que se basa, por la chapuza que hicieron de inventarse la serie en el punto en que alcanzaron al manga, que empezó antes, pero va más lento. Parece que en la nueva versión del anime están siendo fieles, pero no la sigo precisamente por eso, el manga es todo el canon que necesito ver para disfrutar de esta gran obra de Hiromu Arakawa. Ya sólo falta que salgan en España los últimos tomos que son los que me faltan de la colección.
Os recomiendo la serie a todos, para ser un shonen, no tiene dosis demasiado altas de peleas, y en cambio sí un buen elenco de personajes, y un argumento currado. Mucho humor, junto con momentos dramáticos y giros inesperados, lo típico de estas series, pero bien llevado, no como en una serie semanal, que se nota que a veces son muy bruscas, sino con la elegancia de capítulos mensuales más largos, lo suficiente para explicar las cosas con detenimiento y que todo vaya suave. Y sobre todo, con un final a la altura.
Adiós Hohenheim y Bradley, secundarios de lujo donde los haya, mejores personajes aún que los propios protagonistas, se os echará de menos ahora que FMA llega a su fin.
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