martes, 23 de septiembre de 2008

Steampunk

El Steampunk es un género de la ciencia ficción en el que la tecnología, al contrario que en nuestro mundo, se basa en los principios mecánicos del vapor, los engranajes y la hidráulica. En ocasiones las historias de este tipo se sitúan en la época victoriana aunque con aparatos que nunca llegaron a existir por su complejidad o su simple imposibilidad. En otros casos, las historias se sitúan en una actualidad distópica en la que la mecánica pura y las válvulas de vacío no fueron nunca desplazadas por los accionamientos eléctricos y los circuitos electrónico.

Es relativamente fácil identificar el steampunk porque suele estar lleno de cobre, madera, vidrio, acero y, ocasionalmente, cuero. El cobre puede verse en los tubos y calderas que constituyen los sistemas de vapor e hidráulica, que tienen por todos sitios indicadores de presión y caudal. El cuero suele aparecer en algunos atuendos, mezclados con trajes del XVIII. Es muy habitual ver grandes estructuras hechas con celosías de acero, a menudo con formas artísticas. Y por supuesto, aparatos que sueltan de vez en cuando una nubecita de vapor y cosas que hacen clic-clic. En otras versiones esto no es tan visible, pero siempre hay aparatos mecánicos de funcionamiento exótico, en ocasiones de proporciones ciclópeas, y sociedades genuinamente victorianas, donde la gente usa anteojos bastante abultados cuando conduce el medio de transporte de turno.

Algunos ejemplos de esto los encontramos principalmente en el cine y en la animación, especialmente la japonesa. Así, están las películas de anime Steamboy (segunda imagen), Laputa, el castillo en el cielo y El castillo ambulante (Howl’s moving castle) (primera imagen), estas últimas de Studio Ghibli, la primera de Katsushiro Otomo (el creador del manga Akira) Creo recordar que en una versión anime de Metrópolis, película original de Fritz Lang, (de Osamu Tekuza y también de Otomo) algo se podía ver, pero es más cyberpunk. Por otro lado, la serie de anime Last Exile (tercera imagen) es del tipo más exótico, donde todo el asunto de engranajes y pistones conviven con una fantástica tecnología antigravitatoria y una sociedad victoriana. Un ejemplo más comercial (por no ser anime, supongo que es más conocido que estos otros títulos) es La liga de los hombres extraordinarios, en especial la parte que respecta al capitán Nemo en esta historia. Además, si alguien ha jugado al Rise of Legends (cuarta imagen), un videojuego de estrategia y administración de recursos y ejército, identificará a una de las facciones que aparecen, los Vinci, como arquetipos steampunk, con sus robots hechos a base de engranajes y presión de vapor, y su indumentaria. Y qué decir de las dos aventuras gráficas Syberia de Benoit Sokal, que estaban plagadas de autómatas que funcionaban a base de resortes mecánicos.


De alguna forma romántica, a mí que me gusta la electrónica, me atrae el steampunk quizá porque pienso en lo que podría haber sido y no fue. Tuvimos nuestra última oportunidad hace unas 3 décadas, cuando las válvulas de vacío fueron sustituidas por los transistores, que hacían lo mismo pero eran más baratos. La aparición de estos dio paso a una constante miniaturización, imposible con las válvulas, que permitió la aparición de los microprocesadores primitivos. En las versiones actuales de estos, la cantidad de transistores se cuenta por millones en chips bastante pequeños. Por supuesto, el motor de explosión fue una de las grandes patadas a toda posibilidad de seguir con la tecnología del vapor. Una vez existiendo estos avances, el ritmo del progreso ya ha hecho imposible derivar por ese camino. Puede que por eso resulte tan atractivo, ¿no?

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